Día Mundial Contra la Hepatitis
Cada 28 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, este año se realiza bajo el lema “Hepatitis. Es hora de diagnosticar, tratar y curar”. Desde el Servicio de Hepatología Clínica explican que la mayoría de los infectados no sabe que tiene hepatitis y ese es el principal problema. Cuando la hepatitis da síntomas es porque se llegó tarde al diagnóstico. Ahí radica la importancia de que la gente sepa que existe la hepatitis, que hay tratamiento, y que para detectarla solo necesitas un análisis de sangre. Es una enfermedad que se puede controlar, tratar y curar en algunos casos.
Hepatitis significa inflamación del hígado. Puede tener múltiples causas tales como infecciones (virus, hongos, parásitos o bacterias). En la mayoría de los casos, la hepatitis es provocada por un virus. Los virus que con mayor frecuencia la producen son los hepatotropos, que son propios del hígado y no de otros órganos: virus de la hepatitis A, B, C. En menor medida se presentan los virus D y E.
El consumo excesivo de alcohol, las toxinas, algunos medicamentos y ciertas enfermedades que afectan al hígado también pueden causar hepatitis. Incluso podés tener hepatitis autoinmunes que no son infecciosas.
La mayoría de las personas que tienen hepatitis desconocen que están infectadas y a lo largo de los años, lentamente, pueden desarrollar una enfermedad hepática crónica.
La hepatitis C es la más frecuente y en Argentina es la principal causa de trasplante hepático.
La única forma de detectar las hepatitis es mediante análisis de sangre específicos. Solo se necesita una simple extracción de sangre, y es gratuito.
TIPOS DE HEPATITIS MÁS COMUNES
La hepatitis A es la más conocida, es la que te pones amarillo cuando sos chiquitito. Aunque puede suceder que la piel no se ponga ictérica y no se enteren de que tuvieron la enfermedad, ya que las personas solo piensan que sufrieron una gastroenteritis. Se dan cuenta cuando se realizan algún control y notan que la enfermedad les dejó anticuerpos.
El virus de la hepatitis A se transmite por vía fecal-oral. Los principales vehículos de trasmisión son el agua y los alimentos contaminados con materia fecal que contengan el virus de la hepatitis A.
En los niños menores de 7 años, la hepatitis A no provoca síntomas en un 70 a 80% de los casos. Entre los adultos, solo el 25% de los casos no presenta síntomas.
Los síntomas pueden ser:
- fiebre,
- malestar general,
- falta de apetito,
- náuseas,
- dolor abdominal,
- ictericia (color amarillo de la piel y mucosas),
- hepatomegalia (hígado agrandado).
La hepatitis A generalmente es un cuadro autolimitado, no hay tratamiento específico. Solo se realiza tratamiento de los síntomas, que revierten espontáneamente en pocas semanas. Se suele indicar reposo mientras hay cansancio y evitar siempre el consumo de alcohol y antiinflamatorios u otros medicamentos que puedan ser tóxicos para el hígado.
Puede haber casos graves que son mucho más comunes en embarazadas o inmunosuprimidos, que incluso pueden tener falla hepática.
La hepatitis A se previene mediante la administración de una vacuna incluida en el Calendario Nacional de Vacunación. Es gratuita y obligatoria para todos los niños.
La hepatitis B tiene las mismas vías de transmisión que el HIV, es decir que se trasmite por fluidos genitales y/o sangre infectados, principalmente por relaciones sexuales. También, una mujer embarazada que esté infectada puede transmitirle hepatitis B a su bebé durante el parto. La hepatitis B no se transmite por medio del agua o la comida, tampoco por estornudar, abrazar o toser.
La infección afecta directamente al hígado, ocasionándole un grave daño si no es tratada a tiempo.
Para la hepatitis B existe tratamiento específico, pero en este caso existe un problema muy grande, porque a pesar de que se pueda controlar la viremia del paciente, lo que generalmente nunca se logra es la curación completa del virus. El virus de la hepatitis B tiene cierta capacidad de quedar guardado en alguna parte del genoma y persistir ahí. De esta manera, con el tiempo puede generar tumores, porque es un virus por sí mismo oncogénico.
Si se controla la viremia del paciente este ya no va a contagiar, pero eso no quiere decir que el virus desapareció de su cuerpo.
La hepatitis A es una forma aguda, es decir que nunca te va provocar una infección crónica. En cambio, la hepatitis B tiene distintas formas, puede iniciarse directamente como una hepatitis aguda, una hepatitis crónica, dentro de su curso crónico puede hacer reagudizaciones o puede haber una hepatitis aguda fulminante. Se puede presentar directamente el hepatocarcinoma o dar con una cirrosis y no haberte enterado nunca que tuviste una hepatitis B.
Desde el Servicio de Hepatología Clínica afirman que es bastante frecuente ver casos de hepatitis B aguda. A veces la hepatitis B aguda se cura sola, a través del sistema inmunológico. Sobre todo cuando un paciente joven y sano hace cuadros agudos se puede curar sola y es lo que pasa generalmente. En cambio, con la hepatitis crónica tenés que pensar en un tratamiento.
Vacunarse es la mejor manera de reducir el riesgo de infectarse por hepatitis B. Hay una vacuna segura y efectiva que se aplica en 3 dosis y forma parte del Calendario Nacional de Vacunación.
Desde el año 2003 es obligatoria para niños y niñas de 11 años que no recibieron la vacuna al momento de nacer ni a los 2, 4 y 6 meses de vida.
Desde 2012 está disponible de forma gratuita para toda la población. Cualquier persona se puede vacunar. Es importante que los adultos también se la apliquen para evitar todo lo que ocasiona el virus de la hepatitis B que es muy grave.
La hepatitis C se transmite también por fluidos, principalmente por sangre. Es muy común verla en usuarios de drogas endovenosas que comparten jeringas. También está adscripta la vía sexual (vaginal, oral o anal) pero en menor medida que en la hepatitis B. Una madre que tiene hepatitis C puede transmitir la infección a su hijo durante el embarazo o el parto, aunque es menos frecuente.
La hepatitis C es casi siempre una hepatitis crónica, es decir que no te das cuenta de que estas infectado. No existe vacuna y hasta hace unos pocos años la tasa de curación con los tratamientos que había era muy baja. Pero hoy en día hay muchos esquemas de tratamientos antivirales muy efectivos, con pocas interacciones, con efectos adversos más tolerables y más fáciles de manejar. Ahora la mayoría de los pacientes se cura.
La hepatitis C es la más usual y en Argentina es la principal causa de trasplante hepático, ya que la primera causa es por cirrosis y la segunda por hepatocarcinoma.
Aproximadamente 8 de cada 10 personas que se infectan por el virus de la hepatitis C desarrollan una infección crónica o permanente. Con el tiempo, puede provocar problemas hepáticos graves, incluyendo daños severos al hígado como cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado
No solamente hay que pedirle al médico de cabecera el análisis de HIV, sino también incluir la hepatitis B y C. Es importante conocer si tengo anticuerpos para la hepatitis B, saber si necesito vacunarme. Hay que informarse, saber que existen, que son un problema de salud importante, pero que tienen forma de controlarse y tratarse, y que uno puede estar bien aunque la tenga.