“Mi recuperación se debe a la contención médica y humana que recibí”
La vida de Jorge Gómez cambió una noche a fines de 2014, cuando mientras manejaba sufrió una doble úlcera con hemorragia digestiva. Una vez que fue atendido, decidieron trasladarlo de urgencia a La Plata, donde le dieron el diagnóstico de cirrosis.
De vuelta en Villa Gesell, se encontró con que allí no había servicio de hepatología ni un sistema de complejidad. Para Jorge fue la “Providencia” lo que lo hizo llegar a la doctora Nancy Belusci, hepatóloga de la Clínica, quien atiende una vez por mes en Villa Gesell.
La doctora confirmó el diagnóstico que le dieron en La Plata y lo invitó a internarse durante 36 horas en la “Clínica Pueyrredon” para realizar diversos estudios y ser evaluado por un equipo de profesionales.
Como resultado de ese trabajo en conjunto, los médicos encontraron que Jorge tenía un hepatocarcinoma (cáncer del hígado). Además, llegaron a la conclusión de que la única solución era el trasplante de hígado y que él estaba apto para ocupar un lugar en la lista del Incucai.
Desde la administración, lo ingresaron en el Incucai. “Hay mucha gente que no sabe cómo inscribirse en el Incucai y en mí caso yo no tuve que hacer nada, ya que todo lo hicieron desde la clínica”, contó Jorge aliviado.
Mientras esperaba la llegada del órgano, Jorge mensualmente concurría a la clínica donde era monitoreado por la doctora Belusci y la doctora Eugenia Caggiano. También tenía entrevistas con el doctor Diego Fernández, jefe del equipo de Trasplante Hepático de la Clínica Pueyrredon y presidente de la Fundación Mar del Plata Trasplante, quien le informaba de la situación del trasplante.
Por su parte, el doctor Fernando Pachioli le realizó dos quimio que lograron reducir y contener el cáncer. Todo estaba dado para que se realizara el trasplante.
Finalmente, el 29 de julio Jorge recibió el tan esperado llamado en donde le dijeron que había un donante y que se tenía que trasladar de forma urgente a la clínica. “Debido a la gran contención médica que tenía desde la clínica, decidí hacerlo por mis propios medios y no necesité una ambulancia. Ingresé caminando a la guardia y dije que venía por el trasplante. No porque sea un superhéroe, sino por la contención que tenía desde la clínica”, relata emocionado.
Jorge destacó que tuvo “una contención médica y humana muy integral”, que lo hizo sentir seguro. “Mi recuperación se debe a eso, a sentirme seguro, contenido, a no sentirme desprotegido. Me tuvieron entre algodones”.
La operación de Jorge duró cerca de 9 horas, luego fue llevado a aislamiento y hoy en día sólo tiene que concurrir a la clínica una vez al mes para los controles y ajustar la medicación, la cual ya comenzaron a bajarle.
Jorge no solo está contento con todos los médicos que lo atendieron, con los cirujanos que lo operaron y el equipo de enfermería, a quienes considera “muy buena gente”; sino también con el personal administrativo de la clínica. “He llamado a las 6 de la mañana por una certificación que necesitaba y a la media hora me la entregaban. En la clínica hay gente muy predispuesta”.
Por último, Jorge destacó que “hoy no necesitamos trasladarnos a La Plata ni a Buenos Aires, tenemos algo más cercano que es la Clínica Pueyrredon en Mar del Plata, y que la contención es real porque la he vivido desde 2015 hasta hoy”.