Sobreponerse a la adversidad, acompañado siempre es mejor
La resiliencia es la capacidad que tenemos para superar y hacer frente a los problemas y adversidades de la vida. La enfermera profesional Mariela Crespi vivió un violento robo a fines de 2017 que la dejó con graves heridas. Luego de un intenso año de recuperación, tanto física como psicológica, volvió a trabajar con la misma alegría y el amor hacia los pacientes que siempre tuvo.
Hace 20 años Mariela estudió docencia, carrera que nunca ejerció. Enfermería siempre fue algo pendiente, hasta que finalmente se decidió a estudiar y finalizó la carrera en 2015. “Una vez que me recibí envié currículos a todos lados, pero no me tomaban porque no tenía experiencia. Era muy frustrante. A fines de 2016 me llamaron de la Clínica y me entrevistaron la jefa de enfermería y las demás supervisoras. Yo les dije sinceramente que me gustaba mucho la profesión en sí pero que no tenía experiencia. Marcela Artero (jefa del Departamento de Enfermería) me dijo que me iba a dar una oportunidad porque todos deben tener una oportunidad. La verdad que para mí fue increíble, en ese momento yo ya tenía 38 años y fue fuerte. Me acuerdo que me puse a llorar ahí mismo de la emoción”, relata emocionada Mariela sobre sus comienzos en la profesión.
En diciembre de 2016 comenzó a trabajar como auxiliar de enfermería, hasta que luego de unos meses pasó al sector de internación Premium, lugar en el que se desempeña actualmente.
“Me gusta mucho mi trabajo, me encanta estar con los pacientes, yo soy bastante cerrada en mi vida, pero la verdad que con los pacientes es como que me libero, no sé por qué, pero es el lugar donde yo me siento cómoda”, agrega Mariela.
Tiene dos hijos (Ezequiel de 19 años y Brisa de 13 años) y vive en el Barrio Santa Paula, ubicado en la ruta 226, camino a Sierra de los Padres. Todos los días va en remis desde su casa hasta la entrada de Mar del Plata, y de ahí toma un colectivo hasta Luro y Salta, y camina por Jujuy hasta la Clínica para entrar a trabajar a las 6 de la mañana.
El 8 de diciembre de 2017 se estaba por cumplir un año de que Mariela ingresó a trabajar en la institución cuando fue víctima de un robo.
“Ese día era feriado, estaba lloviznando y más oscuro de lo normal. Poco antes de llegar a la puerta de entrada de la Clínica viene alguien desde atrás, que ni escuché que venía. Me dijo ´quédate quieta porque te corto´. Muy inocentemente pensé que era un compañero que me estaba haciendo una broma. Cuando me doy vuelta para ver quién era me di cuenta de que era un chico que no conocía, estaba encapuchado. Inmediatamente cruzo los brazos sobre el bolso donde traía el ambo. Sentía que él me golpeaba una y otra vez pero no me daba cuenta de que me estaba cortando. Le miro las manos para ver si tenía un revólver y no le veo nada, ni siquiera el cuchillo. Él sale corriendo cuando llega un taxi para traer a una compañera. En ese momento me caigo, me levanto como puedo, llego a la puerta tambaleando y trato de abrirla pero no puedo. Me desvanezco y ahí me asistieron mis compañeros que ingresaban a trabajar”, relata Mariela visiblemente conmovida.
“Cuando me llevan a la guardia me doy cuenta de que sangraba por todos lados –continúa–, no entendía qué había pasado, porque yo sentía que me había golpeado nada más. Ahí me atendió el Dr. Arana, que me explicó que tenía compromiso tendinoso y un puntazo en la base del pulmón. Yo estaba muy preocupada porque soy surda y la mano más comprometida era la izquierda”.
Mariela resalta que nunca antes se había atendido en la clínica, pero en el momento en que fue llevada a la guardia fueron a verla todos sus compañeros y las supervisoras de enfermería. “Me contuvieron, llamaron a mí familia, fueron amorosos”.
Estuvo casi un año de licencia. Volvió a trabajar el 6 de diciembre de 2018. “Fue muy fuerte volver. Todo fue muy difícil, en un principio estuve muy mal. No salía de mi casa, tenía mucho miedo. Estuve 40 días con yeso después de la cirugía, y una vez que me lo sacaron tuve que empezar la rehabilitación. Todos los días tenía kinesiología y terapia ocupacional. Primero me acompañaban mis hijos, pero después empezaron el colegio y tenían que hacer su vida, así que tuve que tomar coraje y empezar a ir sola. Luego empecé con tratamiento psicológico y la verdad que me ayudó muchísimo y así pude salir adelante”, cuenta Mariela sobre el duro año que le tocó atravesar.
ACOMPAÑAMIENTO
Mariela expresa estar muy agradecida con todos en la Clínica Pueyrredon porque “se han preocupado y ocupado durante todo un año, me han mandado mensajes, compañeros que no conocía me han escrito para ver cómo estaba. Han estado muy pendientes todos. Las supervisoras de Enfermería, Recursos Humanos, me han preguntado si necesitaba algo y estuvieron muy pendientes de mi recuperación”.